Según el estudio histórico de Mª Elba Ochoa Larraona, Doctora en Historia del Arte, su origen data de una torre de linaje del siglo XV, mirando la fachada la de la izquierda. Posteriormente, creció con un cuerpo residencial y una torre gemela. Con todo ello, lograron una solución armónica y equilibrada, muy en boga con los preceptos del Renacimiento que en las fechas de su edificación ya estaba emergiendo en Navarra con fuerza.

Siguiendo este estudio histórico, esta ampliación hacia 1525 aproximadamente y muy probablemente se empleó piedra de la cantera existente en el propio pueblo de Olza, en el monte Arrobia. Escudos en fachada principal muestra dos, uno en la dovela central, como es frecuente durante el gótico-renacimiento y otro situado algo más arriba, bastante perdido y adosado a la fachada en épocas posteriores.

El piso noble, en el que hoy se encuentran los dormitorios, se articula mediante ventanas de reducido tamaño y dispuestas siguiendo un esquema que pretendió ser simétrico en gran medida, pero que responde claramente a modificaciones posteriores, al igual que el remate con friso de canes, solución característica de la arquitectura castrense sobre la que apoya el tejado.

En los años centrales del siglo XVI era su poseedor Ochoa Cruzat, el cual era miembro de una destacada familia del burgo pamplonés de San Cernin durante la Edad Media, pero cuyo apellido en el siglo XVI se extendió por la Cuenca de Pamplona y el resto de Navarra, concluye su estudio la doctora Larraona.

Ya en siglos posteriores, el edificio perteneció a la Colegiata de Roncesvalles y a la familia Ochoa de Olza. También fue cedido temporalmente a una comunidad de Benedictinos procedente de Bayona.

Palacio de Olza ha sido restaurado por un estudio de arquitectos especializados en restauración de patrimonio y se convierte en un lugar inigualable a disposición de todo aquel que quiera disfrutar de este alojamiento de gran capacidad cerca de Pamplona perfecta para grupos de familia o amigos.